jueves, 14 de abril de 2011

MENCEY TAORO DOS

La historia que hoy nos ocupa podría llevar la etiqueta de “leyendas”, pero al tratarse de un caso real y abierto, y el desconocimiento que tres familias tienen de lo ocurrido a sus seres queridos, nos lleva, por respeto y solidaridad, a no clasificarlo y dejarlo como caso abierto que es, hasta que se aclaren los sucesos acaecidos aquel verano de 2006 y que hasta el día de hoy siguen siendo un misterio.

El 26 de julio de 2006 la agencia de noticias EFE publicó:

“Santa Cruz de Tenerife.- Un dispositivo aéreo y marítimo continúa la búsqueda de la embarcación de recreo “Mencey Taoro II” que, con tres tripulantes a bordo, está desaparecida desde el pasado domingo, según informaron fuentes de la Subdelegación del Gobierno en Canarias.

La búsqueda de la embarcación, de seis metros de eslora, se inició el pasado domingo tras avisar los familiares de sus ocupantes de que el barco no había regresado al Puerto de la Cruz, desde donde había partido hacia Valle Gran Rey, en La Gomera, para pescar.”

Todo comenzó el sábado 22 de julio de 2006 cuando tres buenos amigos, Don Antonio de la Cova Castro conocido como Antonio “El Rape” poseedor de un récord Guinness de pesca deportiva, Don Luis González Avellaneda y Don Pedro Agrícola Santos, madrugaron muchísimo para ocupar el fin de semana en su gran afición: la pesca. Habían proyectado ir hasta Valle Gran Rey, en la costa oeste de la vecina isla canaria de La Gomera, donde les esperaba un amigo a solo unas 18 millas de distancia. Se dirigieron al muelle de la localidad tinerfeña de Puerto de La Cruz donde estaba atracado el MENCEY TAORO II, su embarcación. Tras los oportunos preparativos, entre los que destacaban la estiba de agua y víveres, a las cinco de la mañana, antes del amanecer, zarparon con la jubilosa alegría que inspira la dedicación a una afición en buena compañía. El que la mar no estuviese del todo en calma y la brisa se presentara algo fuerte no fue óbice para que los tres marineros, expertos, se preocuparan; ese estado de cosas no es raro en dicha zona costera y, en todo caso, esa ruta la hacían con cierta frecuencia.

A las 11:30 horas de esa misma mañana, el patrón, Don Antonio Cova, llamó a su esposa para contarle que habían pescado un ejemplar enorme. Le explicó que se hallaban ya frente a Valle Gran Rey y que el tiempo era buenísimo. Todos llevaban sus teléfonos móviles y no era de extrañar que quisiesen compartir con sus familias el éxito de la pesca. Sin embargo, una hora más tarde alguno de sus familiares quiso ponerse en contacto con ellos, pero ya en ese momento los móviles no dieron respuesta.

Las familias comenzaron a alarmarse, los tres eran marineros versados, cada uno tenía su título de patrón de barco y gran experiencia en la navegación. Iban en una embarcación de recreo marca “Trophy” de color verde y blanco, de 5,60 m. de eslora, 2,32 m. de manga y 1,20 de calado, una sola cubierta, doble casco fabricado en fibra, insumergible, con un motor fueraborda de 140 caballos, equipado con G.P.S., sonda y distintos sistemas de comunicación, aunque carecía de radiobaliza. Sin embargo llevaba a bordo diez bengalas, algunas de ellas con paracaídas y diversos chalecos salvavidas. Además, el amigo que les esperaba en La Gomera comunicó que no les había visto, incluso, cuando él mismo salió a pescar en su embarcación.

Decididamente se trataba de una situación anómala, por lo que se decidió poner el asunto en conocimiento de las autoridades. La Radio Costera de Tenerife intentó comunicar con el MENCEY TAORO II a las 21:27 horas de ese mismo domingo por el canal 16 de VHF, el canal de seguridad. Tras repetidas llamadas, la Radio Costera llamó al servicio de urgencias 1-1-2 a las 01:10 horas, es decir algo más de tres horas después de recibir el aviso de pérdida de contacto. Esto hizo pensar a algunos que quizá se desperdició un tiempo precioso que hubiese evitado los grandes esfuerzos y la desazón de las familias.

Desde primera hora del lunes siguiente la operación de búsqueda se desarrolló en los canales que separan las islas y las posibles derivas que pudieran provocar las distintas corrientes, todo ello sin resultado. El martes se incorporaron a las operaciones las embarcaciones de Salvamento Marítimo PUNTA SALINAS, SALVAMAR ALPHERATZ y SALVAMAR ALPHECCA así como un helicóptero de “Helimer Canarias”. También participaron un avión del Ejército del Aire, un helicóptero del Grupo de Intervención de Emergencias, un helicóptero de la Guardia Civil y varias embarcaciones de la Cruz Roja del Puerto de la Cruz y de Garachico, localidades ambas de la costa norte de Tenerife. No olvidaron enviar el aviso a todos los buques y medios aéreos que transitaran por la zona, al tiempo que se inició una búsqueda por todos los puertos comerciales, pesqueros y deportivos de la zona. La búsqueda también se desarrolló por tierra. El dispositivo se amplió ante la sospecha de que pudieran haber sido arrastrados mar adentro. Se rastreó una superficie no inferior 150.000 Km² entre las islas y mar adentro hacia el Suroeste y el Oeste.

Todos los esfuerzos resultaron infructuosos, no se pudo hallar ni el más mínimo resto o cualquier pista que pudiera arrojar algo de luz sobre la desaparición del MENCEY TAORO II. Uno de los operativos de búsqueda más grandes que se hayan activado jamás en Canarias, y ni una sola señal, en los dos meses que duró la operación, teniendo en cuenta además que fue en los tiempos más álgidos de la llegada masiva de cayucos y pateras al archipiélago canario (1), por lo que los sistemas de vigilancia estaban continuamente alerta ante cualquier elemento sospechoso sobre la superficie del mar.

Paralelamente, el Ministerio de Asuntos Exteriores español, inició pesquisas por si alguno de los tres marineros pudiera haber llegado a algún país extranjero; tampoco esto dio resultado.

El día 23 de septiembre de 2006 se dio por finalizado el operativo de búsqueda. En cierta medida, el asunto recordaba el caso del FAUSTO, un pequeño motopesquero desaparecido entre las islas canarias de La Palma y El Hierro hacia finales de julio de 1968 (2).

Aunque la búsqueda había sido suspendida, aún la Guardia Civil seguía atenta, y esto provocó un tristísimo accidente. El día 26 de septiembre, a eso de las dos y media de la tarde, un grupo de agentes de la mencionada Guardia Civil se hallaban en una Zodiac cerca de la costa de Valle Gran Rey. Un infortunado golpe de mar les arrastró hacia las rocas y provocó el vuelco de la embarcación. Uno de los ocupantes, Don Nicanor E. García Mora, de 38 años de edad, resultó muerto, y sus otros cuatro compañeros quedaron heridos de distinta consideración.

A estas alturas de la historia, las familias de los desaparecidos empezaron a albergar la sospecha de un posible secuestro, pero las autoridades judiciales desestimaron esta denuncia por la carencia de pruebas. Aun así, las familias no desistían. Enviaron cartas al Jefe del Estado y al Presidente del Gobierno; participaron en programas de televisión de ámbito nacional. Incluso el asunto llegó a tratarse en el Congreso de los Diputados. Pese a todos los esfuerzos, nadie pudo resolver el misterio del paradero del MENCEY TAORO II ni de sus tres tripulantes.

El tiempo transcurría inclemente hasta que por fin, un año después, una inquietante noticia venía a sobresaltar a los familiares y a la opinión pública canaria: en un principio se creyó que se había recuperado un bote del MENCEY TAORO II. Según algunos medios de comunicación un pesquero de bandera española que, tras zarpar de Panamá, navegaba con destino a Cataluña, había hallado un bote auxiliar del barco perdido con un chaleco salvavidas y dos documentos de identidad en medio del océano Atlántico. Pero las noticias eran inexactas, realmente habían hallado al MENCEY TAORO II.

El encuentro había tenido lugar a mil millas de Miami y a unas dos mil millas al oeste de las Islas Canarias, al parecer sobre la posición 28º24’N–52º21’W en el Mar de los Sargazos, el viernes 27 de julio de 2007 a las 22:45 horas, por parte del mercante ICE RUNNER de bandera de las Islas Caimán que, al mando del capitán Weaver, acababa de cruzar el Canal de Panamá y viajaba rumbo a Tarragona a donde tenía previsto llegar el viernes 5 de agosto. Encontraron al MENCEY TAORO II semisumergido y con algunos chalecos salvavidas alrededor, lo que en un primer momento hizo pensar a la tripulación del ICE RUNNER que el naufragio había sido reciente —ignoraban que el MENCEY hacía ya un año que había sido dado por desaparecido—. Tras izarlo a bordo, verificaron que en su interior había 5 chalecos salvavidas para adultos. También se encontraron los documentos de identificación de dos personas, uno pertenecía a Don Antonio de la Cova, y el otro a su padre, que era el titular de la embarcación. No se constató la existencia de bengalas a bordo ni ningún otro objeto digno de referencia.

El día cinco de agosto de 2007 a las diez de la mañana, el ICE RUNNER hizo su entrada en el muelle Reus-Sur del puerto de Tarragona donde atracó ante la atenta mirada de familiares y amigos de los tripulantes desaparecidos que se habían trasladado hasta allí desde Canarias. A bordo subieron miembros del equipo de la Policía Científica para iniciar la investigación. Los familiares también fueron invitados a subir a bordo. Todos pudieron comprobar que el MENCEY TAORO II había estado efectivamente semisumergido durante algún tiempo a juzgar por la presencia de pequeños moluscos por todas partes, pero también saltaba a la vista que había estado mucho tiempo en estado de flotabilidad y estabilidad normales, pues las marcas de óxido de diferentes metales tenía una dirección descendente. No mostraba signos de violencia aunque una de las aletas de la hélice se hallaba levemente doblada y en el interior se halló mucho óxido. También se encontró el timón roto. En el interior se encontraron los cinco chalecos salvavidas, enseres de pesca, tabaco, algunos medicamentos y una caja de herramientas. Se percataron del hecho de que faltaban las bengalas que todos afirmaban se hallaban a bordo. Llamó la atención el hecho de que el motor no tenía la carcasa protectora, lo cual en principio podía significar que alguien debió quitarla, inspirando así la posibilidad de una avería. Quizá pudo haber sucedido que se averiara al mismo tiempo la batería y el motor, por eso no pudieron dar aviso de la situación y circunstancia. No hemos podido recabar información sobre la cantidad de combustible que llevaba en el momento de haber sido hallado. También, al parecer, se podía apreciar en la banda una abolladura con rastros de pintura roja y amarilla, indicando la posibilidad de una colisión por alcance, y elucubrando teorías sobre secuestro y posterior abandono. En definitiva, nada concluyente.

La hipótesis más planteada es que el MENCEY TAORO II sufrió la violencia de un golpe de mar que tiró por la borda a sus tres tripulantes. Pero no conocemos en qué momento pudo haber ocurrido. Sabemos que los problemas comenzaron después de las once de la mañana del día 22 de julio de 2006, es decir, seis horas después de haber salido de su puerto de referencia. Se empezó su búsqueda más de cuarenta horas después de empezar a echarlos de menos. Quizá, debido a las corrientes, en el momento de comenzar el operativo podía haberse hallado a más de 200 millas de distancia hacia el oeste. Si el barco se quedó sin propulsión o sin gobierno, solo seis metros de eslora en medio de la inmensidad del mar es casi imperceptible, máxime si se navega entre dos aguas. Y la zona donde fue encontrado es la misma donde, debido a las corrientes reinantes, suelen acabar embarcaciones a la deriva.

A los familiares les costaba entender cómo el MENCEY no fue detectado ni por el gran operativo de búsqueda y rescate desplegado poco después de la desaparición ni por ningún barco en un Atlántico plagado de ellos. Tampoco podían explicarse qué fue lo que ocurrió, e incluso llegaron a considerar la posibilidad de que tal vez pudieran haber ido a parar a alguna de las islas desiertas del Atlántico.

La realidad es que cuatro años después siguen sin disiparse la tristeza y el desconcierto tanto de las familias como la de los amantes de la mar, al no saber qué les ocurrió a aquellos hombres, máxime cuando alguno de ellos es padre de hijos pequeños. Es difícil recuperarse del desasosiego que produce la carencia de información puntual y precisa por parte de las autoridades durante el tiempo que duró el operativo de localización y rescate aunque, quizá, no había mucho de que informar. En cualquier caso, no hubiese estado de más un mayor grado de sensibilidad por parte de los expertos que conocen muy bien la mar y los tributos que se cobra, pero ignoran por completo los sentimientos de esposas, madres e hijos, quienes no necesariamente tienen el deber de poseer tan doctos conocimientos pero sí, al menos, la necesidad de sentirse arropados por la Administración.

Desde las páginas de este blog siempre tendremos encendida una luz en memoria de todos los hombres y mujeres de mar que nunca regresaron a casa. A ellos, a sus familias y a cuantos sí pudieron volver, a todos, nuestro más cariñoso recuerdo.









© Coral González

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(1).- En el año 2006 se batió el record de llegada de inmigrantes irregulares por mar (en cayucos y pateras) a las Islas Canarias, superando las 31.000 personas, frente a un total aproximado de 8.000 que llegaron a las costas del resto de España.

(2).- Para saber más sobre la misteriosa historia del FAUSTO, consultar el siguiente enlace de este blog: http://escoben.blogspot.com/2010/05/fausto.html

Principales fuentes consultadas:

Agencia EFE, periódico “El Día” de Tenerife, Canarias Ahora.com, Nortecastilla.es, periódico “Diario de Avisos”, periódico “La Opinión”.

Fotos sacadas por la familia obtenidas por este blogg en la Red.

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