domingo, 15 de noviembre de 2009

EXTRAÑAS APARICIONES


El océano, ese inmenso azul que se pierde en el infinito, guarda celosa memoria de todo un mundo repleto de historias que se repiten; unas, reales, protagonizadas por personas de carne y hueso quienes, testigos, e incluso víctimas de inusuales vivencias, nos han dejado constancia oral y documental; otras historias, aún ocurriendo de verdad, han dejado alguna bruma rápidamente «disipada» por la fantasía de muchos. Nuestros mares están surcados de estelas dejadas por barcos reales y por leyendas producto de la fértil imaginación de unos cuantos.

Y es que son muchos, demasiados quizás, los buques hallados en medio de cualquier parte, a la deriva y sin ningún tripulante. Numerosos casos surgen de manera casi permanente a modo de minúsculas reseñas en periódicos de todo el mundo, casos tangibles la mayoría; lo insólito son los detalles que se van manifestando con el tiempo.

Uno de los últimos misterios conocidos es el referente al catamarán KAZ II de 12 metros de eslora, localizado el miércoles 18 de abril de 2007 a unas ochenta millas de Townsville, Queensland, Australia, sobre la Gran Barrera de Coral, por un avión de los guardacostas locales; tras varios intentos fracasados de ponerse en comunicación con la tripulación a través de la radio, dieron la voz de alarma. Pero no sería hasta el viernes 20 en que el velero fue abordado.

Asombroso fue el descubrimiento, el motor estaba en marcha, en punto muerto, los ordenadores, incluyendo uno portátil, estaban conectados y funcionando perfectamente así como el GPS. Y cómo no, al igual que tantos otros, la mesa estaba puesta y la comida a punto. Todo estaba en orden salvo la falta de un bote salvavidas, lo que podría explicar la ausencia de los tripulantes.

De inmediato se desplegó un operativo de salvamento en el que participaron nueve aviones, dos helicópteros y cuatro botes voluntarios de rescate, rastreando un área de setecientas millas náuticas. El sábado siguiente, la búsqueda, ante lo infructuoso de los trabajos, y al haberse reducido las esperanzas de hallarlos con vida, quedó reducida a los dos helicópteros y dos embarcaciones voluntarias que se limitaron a buscar partiendo de Airlie Beach en dirección noroeste hasta Bowen. Al mismo tiempo, el KAZ II fue remolcado hasta la localidad de Townsville para que la policía científica comenzara su estudio forense y averiguara lo sucedido.

El único dato cierto, es que según el GPS, a lo largo del domingo 15, el KAZ II navegó con normalidad algunas horas, pero, en un momento dado, entró en una zona de inestabilidad atmosférica, circunstancia confirmada por las autoridades, las cuales notificaron la presencia de fuertes vientos el domingo y el lunes, lo que podría haber afectado a su tripulación, los hermanos Tunstead de 69 y 63 años respectivamente, y su vecino, Derek Batten, de 56, todos aficionados a la pesca y, según sus familiares, con mucha experiencia y cautela.

Habían salido aquel mismo domingo del puerto australiano de Airlie Beach (Queensland) con rumbo a Perth (Western Australia), un viaje de varias semanas, pero que, al parecer, duró sólo unas horas. Todo hacía pensar, y a juzgar por el estado de las velas −una de ellas aparecía rasgada verticalmente−, que asustados por los fuertes vientos que les azotaron, se lanzaron en el bote salvavidas, por cierto, en una zona llena de tiburones; claro que en momentos así, no es usual olvidar los chalecos salvavidas y los equipos de supervivencia; sin embargo, aparecieron intactos en el camarote.

No sabemos el destino de estos tres hombres con sus vacaciones interrumpidas, pero el asunto suscita algunas preguntas. Si fueron víctimas de fuertes vientos, cómo es posible que se hubiese encontrado la mesa perfectamente puesta y no todos los cubiertos regados por el suelo, ¿Se trataba de algún diseño novedoso de cubertería y vajilla que contenía imanes para sujetarse a una mesa de metal? ¿En un catamarán al capricho de fuertes vientos dan ganas de comer?

Más de un año después del suceso, las investigaciones señalaban, una vez descartada la desaparición organizada, la posibilidad de que uno de los tripulantes se hubiese lanzado al agua para liberar el aparejo de pesca que se había enredado en el timón (al parecer, así estaba cuando el catamarán fue encontrado) y, al no poder regresar a la plataforma de popa debido al fuerte oleaje, otro de los tripulantes intentó izarle, cayendo también al agua, quedando solo uno a bordo para maniobrar tanto el motor como las velas. Quizá éste, al intentar ayudar a sus compañeros también cayese al agua, barrido de cubierta por algún golpe de mar.

Al final, el único hecho constatable es que el KAZ II apareció a la deriva, y con la comida lista para ser servida.

Cada vez que ocurre algo semejante, el recuerdo del MARY CELESTE (1) es inevitable, aquel célebre velero que se encontró a la deriva frente a las costas de Portugal en 1872 sin rastro de sus pasajeros y tripulación. Pero no es el único caso similar.

El ROSALIE, un barco de transporte de bandera francesa que había zarpado desde Hamburgo y se dirigía a La Habana, apareció el 27 de agosto de 1840 a la altura de Nassau, en las Bahamas, con las velas izadas y su cargamento, compuesto por vinos, frutos y sedas entre otros, intacto. La tripulación y el pasaje habían desaparecido, a excepción de un gato, algunas aves de corral y varios canarios, debilitados por el hambre. No había señales de enfermedad, ataque pirático o cualquier indicio que hiciera pensar en alguna desgracia.

En 1850 se encontró al SEABIRD cerca de Newport, Estados Unidos, solo con un perro a bordo y sus instrumentos de navegación en funcionamiento. El café estaba caliente y había olor a tabaco recién fumado en los camarotes.



Cinco años después, el 26 de febrero de 1855, el buque JAMES B. CHESTER fue hallado por el MARATHON en el Mar de los Sargazos con sus velas desplegadas y a la deriva. Una vez en su interior, descubrieron que había cierto desorden pero la mercancía estaba intacta y los salvavidas en su sitio. Sólo faltaba la documentación y los compases; en todo caso, no había señales de ningún delito.

Otro suceso no explicado fue el protagonizado en 1881 por la pequeña goleta ELLEN AUSTIN que cruzaba el Atlántico con destino a Boston cuando, cerca de las Azores, encontraron otra goleta a la deriva y sin nadie a bordo. Tras ser inspeccionada por el capitán Baker y su tripulación, descubrieron que todo estaba en orden. La bodega estaba repleta de maderas finas. Tras organizar una tripulación para que gobernase la goleta, el capitán Baker regresó a su barco. Tras varias horas navegando las goletas juntas, la noche llegó precedida por una tormenta. A la mañana siguiente, la goleta misteriosa había desaparecido. Lo más extraño es que volvió a aparecer tres días después nuevamente a la deriva y sin nadie a bordo. Pero el capitán Baker, no dispuesto a dejar escapar nuevamente a la goleta, nombró una nueva tripulación. Otra vez las dos goletas volvieron a navegar juntas pero, dos días después, entraron en un espeso banco de niebla, perdiéndose de vista una de la otra. Cuando el tiempo mejoró, la goleta misteriosa había desaparecido nuevamente. Al final a Boston llegó sólo la ELLEN AUSTIN y sin su tripulación al completo (2).

La goleta J. C. COUSINS apareció encallada en las playas de Fort Stevens, en la costa de Oregón, cerca del faro de Canby en1883. Tampoco se encontraba a bordo su tripulación y la mesa estaba puesta y la cocina caliente. En su libro de bitácora se pudo observar que la última anotación fue hecha esa misma mañana sin dejar constancia de anomalía alguna.

Ya en el siglo XX, el 4 de octubre de 1902 desapareció el FREYA. Pero apareció pocos días después cerca de Manzanillo, Cuba, sin la tripulación. El barco presentaba una escora notable y sus mástiles (era una velero de tres palos) estaban gravemente dañados por lo que parecía haber sido víctima de una fuerte tormenta, pero en esos días no se había notificado ninguna.

El JOHN AND MARY de dos palos, desapareció en abril de 1932 y apareció poco después a 80 kilómetros al sur de Bermudas navegando, pero sin su tripulación.

El yate GLORIA COLITE desapareció en febrero de 1940 y apareció a 320 kilómetros al sur de Atlanta con su interior en orden.

El 22 de octubre de 1944 apareció el RUBICÓN, cubano, desierto su interior, frente a las costas de Florida. La última anotación en su diario de a bordo, fue de casi un mes antes, del 26 de septiembre y faltaban los botes salvavidas.

En 1953, la motonave HOLCHU fue encontrada a la deriva entre las islas Nicobar y Andamar cerca de La India por el navío inglés RANEE; de la tripulación no había rastro, en la despensa se comprobó que había víveres más que suficientes para una larga travesía y sus depósitos estaban llenos de combustible, así como su intacta carga de 7.450 toneladas de arroz, enviado por el gobierno chino a Ceilán. Su radio funcionaba, pero la tripulación no envió ningún mensaje, la única anomalía presentada eran unos mástiles rotos. La comida estaba preparada para ser servida.

El CONNEMARA IV, un yate privado, que había desaparecido en septiembre de 1955, apareció a 640 kilómetros al oeste de Bermudas sin su tripulación.

Estos son solo los algunos de los casos más sonados. La inmensa mayoría no pasaron de ser publicados en pequeños artículos de interior de periódicos de tirada local.

Lo único cierto y verdad es que los buques son encontrados sin nadie a bordo. El misterio es obvio, las personas han desaparecido sin dejar rastro. Quizá alguna circunstancia que algún día pueda ser explicada les obligó a abandonar el barco sin la mediación de sanguinarios piratas, locuras colectivas o extraterrestres insaciables, pero la mayoría de los casos tienen algo en común y es que, la comida estaba servida o a punto de serlo. Tal vez el “más allá” esté enviando su mensaje: cuidado a la hora de sentarse a la mesa en un barco, ¡Cualquier cosa puede ocurrir!

©Coral González
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(1) Para saber más sobre la historia del MARY CELESTE:
Escobén: La extraña historia de la Mary Celeste

(2) Para saber más sobre la historia de la ELLEN AUSTIN:
Escobén: El misterio de la goleta sin nombre

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